Los viajes, los desplazamientos de las personas de un lugar a otro, dentro o fuera del propio país, son cada vez más frecuentes, por motivos de trabajo, de ocio y vacaciones, o únicamente porque en estos tiempos, lo habitual es que en cada familia haya algún miembro viviendo en otra ciudad o en el extranjero y vernos es una motivación importante para viajar. Podemos aprovechar esta circunstancia para hacer algunas consideraciones sobre la relación de los viajes con la enfermedad de Alzheimer.
Síntomas de deterioro cognitivo
Uno de los síntomas de alarma que una persona puede presentar un deterioro cognitivo es la desorientación en lugares que no son familiares. En algunos pacientes, el primer síntoma de que estaban iniciando una enfermedad de Alzheimer ha ocurrido mientras estaban de viaje o de vacaciones en un sitio nuevo para ellos. Cuando las personas reciben estímulos y nueva información en un lugar que no es conocido por no ser habitual para ellos, van a tener más dificultad para encontrar referencias que les ayuden a orientarse, y es más fácil que se produzcan situaciones de confusión, de pérdida, o incluso conductas de miedo o de agresividad que pueden ser la primera manifestación de que algo no va bien.
A veces, el síntoma de sospecha no ocurre durante un viaje, sino por lo contrario, porque la persona que antes disfrutaba con los viajes se vuelve más retraída, y no quiere salir de vacaciones ni alejarse demasiado de su casa y de su entorno más cercano. Preparar exige una secuencia de acciones ordenadas y coordinadas, desde que pensamos el viaje hasta que llegamos a nuestro destino, que incluyen actividades variadas como buscar vuelos y hoteles, acudir a una agencia de viajes, comprar y pagar el importa correspondiente, los horarios para los desplazamientos, el equipaje, la documentación, etc. Una secuencia que va a poner a prueba la capacidad de razonamiento y de resolución de problemas del enfermo, que puede renunciar si no se siente capaz de completar la tarea.
Una persona con enfermedad de Alzheimer leve o moderada, que conserva un buen nivel de autonomía, debe seguir haciendo todas las actividades que pueda, y eso incluye los viajes. Pero para evitar que los viajes sean un factor de riesgo de complicaciones de la enfermedad hay que tomar una serie de precauciones.
Consejos para viajar con enfermedad de Alzheimer
Lo ideal es planificar el viaje con suficiente tiempo y tener en cuenta los consejos que ofrecen instituciones como CEAFA (https://www.ceafa.es/es/que-comunicamos/noticias/consejos-para-viajar-con-personas-con-la-enfermedad-de-alzheimer) o la norteamericana Alzheimer´s Association (https://www.alz.org/national/documents/sp_topicsheet_vacaciones.pdf). Por supuesto, damos por hecho que la persona con enfermedad de Alzheimer no va a viajar sola:
- Planee unas vacaciones fáciles. Los desplazamientos cortos son menos estresantes que los largos. Planifique descansos y paradas.
- No olvide la medicación y llevar consigo informes médicos y la tarjeta de asistencia sanitaria. A veces es bueno informarse de dónde están el Centro de Salud y el Hospital más próximos a su destino.
- Si viaja en tren o en avión, utilice los servicios de asistencia a personas con alguna necesidad especial que ofrecen Renfe y AENA. Le facilitarán los desplazamientos y las gestiones.
- No deje nunca solo a su familiar, ni siquiera para entrar en el aseo, para que no se desoriente en un entorno poco habitual.
- Lleve una identificación como una pulsera o una medalla con los datos del paciente y un número de teléfono de contacto.
- Explique a su familiar lo que van a hacer en cada momento. Eso hará que se sienta más seguro.
- Mantenga, dentro de lo posible, los mismos horarios y las mismas costumbres en cuanto a las comidas.
- Procure que el entorno sea tranquilo, evitando los sobresaltos inesperados (ruidos, etc.).
- Evite las barreras arquitectónicas, los obstáculos y tenga siempre una buena iluminación en el aseo y en los lugares de paso.
- Y siempre tenga en cuenta que el ritmo de una persona con enfermedad de Alzheimer puede ser más lento que el suyo, o que puede distraerse con cosas a las que usted no de importancia. Y es usted quien tiene que adaptarse al ritmo del enfermo.
Enrique Arrieta Antón
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