Tengo 64 años, soy hija de una enferma de Alzheimer ya fallecida, y me falla la memoria frecuentemente
Es muy importante explicar bien cuándo se ha de acudir al médico ante un fallo de memoria. Ir a la cocina y no recordar para qué, tener dificultad para recordar un dato concreto como el nombre de una persona o de un actor, o tardar un poco en recordar dónde se ha aparcado el coche son olvidos que pueden deberse a una falta de atención, concentración, fatiga… Pero cuando una persona tiene olvidos frecuentes y repetidos, especialmente relacionados con hechos recientes, y dificultad para retener nuevas informaciones debe consultar a su médico, que confirmando datos de sospecha de deterioro cognitivo le remitirá al neurólogo para valoración.
El fallo de memoria del Alzheimer es el olvido de lo cotidiano, y es un fallo persistente y que se hace cada vez más evidente y conduce al paciente a descolocar los recuerdos en el tiempo y repetirse constantemente en lo que cuenta o en lo que pregunta. Suele acompañarse también de fallos en el lenguaje, de dificultad para encontrar las palabras más comunes, y puede acompañarse de desorientación. Además pueden aparecen cambios de carácter, irritabilidad, pérdida de iniciativa, abandono de actividades o síntomas depresivos en una persona que nunca los había tenido. Estos síntomas han de llevarnos al médico sin achacarlos equivocadamente a la edad. El diagnóstico temprano hará que los tratamientos de que disponemos sean más eficaces.
Menos de un 1% de los casos de demencias neurodegenerativas son hereditarias (esto es, una alteración genética concreta es la causa de la enfermedad), y en estos casos la edad de inicio es habitualmente más temprana. La gran mayoría de los casos de enfermedad de Alzheimer de causa genética se presentan como enfermedad de Alzheimer de inicio presenil e historia autosómica dominante.