Buenos días, tengo una duda muy grande. Mi abuelo tiene entre 81 y 83 años de edad, no sé la edad exactamente, pero hace unos meses atrás empezó a tener un comportamiento un tanto agresivo con mi abuela, entre ellos eran el ser celoso, casi no dormía, (cabe recalcar que mi abuelo antes se dedicaba a la agricultura), pero hace unos meses dejó de hacerlo por su edad, entonces ahora se quedaba en su casa.
Él se vino a vivir con nosotros junto con mi abuela y pasó lo mismo, en momentos era agresivo con las personas, por las noches imaginaba cosas que le contaba gente, pero en casa estaba solo con nosotros, no hay más gente, ya no dormía y seguía con el mismo comportamiento, ya no se acordaba de lo que hacía o decía. En una ocasión por la noche, trató de ahorcar a mi abuela.
Mi duda aquí es si es posible a esta edad tener Alzheimer o si es posible, con lo que le he contado, saber qué podría tener. Ya ha sido llevado a médicos, pero solo le dan pastillas, le hemos hecho estudios y está sano, hablando de su presión, colesterol, triglicéridos, etc.
Primeros indicios de Alzheimer
Los detalles que nos cuenta de su abuelo, entre los que nos destaca:
- la edad avanzada,
- el cambio de residencia (según nos relata, ahora viven con usted),
- alteraciones de la memoria reciente (no se acuerda de lo que ha hecho ni de lo que ha dicho),
- junto con otras alteraciones importante del comportamiento (celos hacia la abuela y posiblemente delirios y episodios de agresividad),
sugieren que, tal y como le han comentado los profesionales de la medicina, pueda tratarse de una enfermedad de Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer no es únicamente una pérdida de memoria. Se trata de una alteración del funcionamiento cognitivo de la persona, que puede ser muy variable de un día para otro y en función de muchos condicionantes, tales como posibles cuadros infecciosos (respiratorios, urinarios, ulceras de decúbito…), o incluso un cambio del lugar de residencia.
El funcionamiento cognitivo es el resultado de la integración de muchas funciones:
- atención,
- concentración,
- orientación,
- percepción visoespacial,
- lenguaje,
- cálculo,
- memoria y
- la capacidad ejecutiva,
es decir, la capacidad de resolver tareas con cierto grado de complejidad. Todas y cada una de estas funciones en un momento determinado pueden alterarse en un mayor o menor grado en el transcurso de la enfermedad de Alzheimer.
En la enfermedad se ven afectadas varias de estas funciones cognitivas, y además, esta alteración del funcionamiento intelectual tiene consecuencias sobre la capacidad de la persona, que puede perder algunas funciones, y dejar de hacer tareas que anteriormente podía hacer. También es común ver modificaciones en la esfera psicopatológica, con alteraciones del carácter que antes no tenía pudiendo presentar estos episodios de agresividad y agitación ante los cuales debemos actuar lo antes posible, ya que a veces pueden tener consecuencias nefastas para ellos mismos y para otras personas con las que convive el paciente.
La enfermedad es progresiva y la sintomatología psicopatológica, que es la que más preocupa a la familia, también, pero la velocidad de este deterioro es variable, y puede depender de varias circunstancias, y no siempre podemos controlarlas.
Algunos aspectos de cómo se presenta esta enfermedad pueden depender de la propia persona, por ejemplo, a mayor riesgo cardiovascular (hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, cardiopatía isquémica, ), el deterioro puede ser más rápido y peor controlado. También el cambio de cuidadores, o espacios físicos poco conocidos, cambios de horarios, alteraciones en el cuidado corporal, etc., pueden afectar.
En cuanto al abordaje terapéutico de estas alteraciones que acompañan a la enfermedad, no solo es necesario un buen tratamiento farmacológico, al que según me comenta no responde bien. También es importante cuidar aspectos relacionados con cuidados corporales, cambios frecuentes de vivienda o cuidador principal. Hoy en día consideramos que el tratamiento de esta patología y las manifestaciones que aparecen, tales como agresividad, alucinaciones, etc., debe ser multidisciplinar, y también el cuidador debe conocer qué hacer en estos casos.
Es muy aconsejable la asistencia a diferentes terapias cognitivas, que en algunas asociaciones de enfermos de Alzheimer imparten con buenos resultados. Participar en terapias cognitivas es un factor de protección bastante importante, aunque a priori parezca que no ha habido resultados satisfactorios esperados.
Seguramente los profesionales que les puedan acompañar en esas terapias les explicaran que el funcionamiento cognitivo es un “todo”, y que cuando avanza la enfermedad no tiene sentido empeñarse en recuperar funciones que se han perdido, y es más interesante potenciar las funciones conservadas y así compensar las pérdidas. Así mismo, también es importante consultar con su médico de referencia para, si no ceden las manifestaciones de tipo conductual como agresividad, delirios y celos, modificar la dosis de estos fármacos que tomaba o bien cambiarlos por otros más potentes.
Esperando haberle sido de utilidad, reciba un cordial saludo.

Juan José Gomariz

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