Mi madre, que tiene 94 años, hasta noviembre de 2012 estaba bastante bien. Plena autonomía para su aseo personal, ir sola al servicio, comer etc. En el plano cognitivo leía todos los días su periódico, entendiendo lo que leía, incluso hacía sus crucigramas y leía algún que otro libro. Siempre ha sido una persona muy despierta, muy viva y culta. A mediados de noviembre pasado se empezó a quejar de mucho dolor en el hombro derecho y resultó ser un herpes zóster que se le extendía por todo el hombro, omóplato y parte alta del pecho. Después de curársele las costras exteriores y viendo que el dolor no le remitía, le llevamos al neurólogo, el cual nos dijo que las terminaciones nerviosas le habían quedado afectadas como consecuencia del herpes. Para estos dolores le receto Tegretol® de forma progresiva y tramadol de 150 mg tres veces al día. Desde que empezó con el Tegretol® empezó a ser dependiente total para todo: aseo, baño, andar, comer; empezó a desorientarse temporal y espacialmente. Ya no leía el periódico y le costaba incluso saber los hijos que tenía. Nos decía que si le habíamos llevado de comer a sus padres, llamaba a su madre, los cuales murieron hace muchísimo tiempo, como se puede imaginar. Pensamos que habría desarrollado un Alzheimer. Últimamente, al ir retirándole el Tegretol®, hemos observado que se ha recuperado tanto a nivel cognitivo como motor. La pregunta es: ¿podrían haber sido todos estos síntomas que les he contado efectos secundarios del Tegretol®? No damos crédito a la mejoría que le hemos visto.
Puede ser posible, sobre todo si al suspenderlo se ha recuperado. También el tramadol puede colaborar, ya que es un fármaco que en personas mayores puede producir fenómenos alucinatorios. El cuadro doloroso que ha padecido, posiblemente tampoco ayudaría a que descansase bien. Por eso, para diagnosticar a una persona de enfermedad de Alzheimer es conveniente demorar el diagnóstico hasta que el paciente tenga al menos 6 meses de síntomas.