Estamos viviendo una situación nueva para todos, que ha representado un cambio brusco en nuestras vidas: aquí se pone en juego, entre otras cosas, la capacidad de adaptación que tenemos para afrontar acontecimientos adversos o negativos.
La incertidumbre del futuro inmediato y a medio plazo, la limitación de la movilidad o el miedo al contagio del coronavirus son aspectos que pueden angustiarnos. Se trata de una reacción normal: el hecho de estar ansiosos nos pone en alerta para tomar medidas de seguridad de forma activa. Por ejemplo, seremos muy conscientes de que nos tenemos que lavar las manos bien y frecuentemente, o de que tenemos que mantener una distancia entre personas para evitar el contagio de la enfermedad. En este sentido, es una ansiedad “adaptativa”, que nos protege.
Cuidar una persona con alzheimer durante el confinamiento
No obstante, las personas con deterioro cognitivo leve o con demencia, por sus características, pueden tener más dificultades para adaptarse a esta situación. Entre otros, por los siguientes motivos:
- En esta situación, la rutina diaria que están acostumbrados a hacer habrá cambiado en más o menos medida. Esto les puede ser difícil de entender. Las personas con deterioro cognitivo necesitan una rutina estable para poder funcionar mejor, de forma más autónoma. Los cambios en las actividades diarias no les son beneficiosos y por eso pueden estar más desorientados. Esto puede durar unos días. En estos momentos debemos garantizar una buena iluminación en casa, sobre todo al atardecer. Si están nerviosos y necesitan moverse, dejad que se muevan, que caminen por casa. Se puede intentar dar alguna actividad para que se sientan útiles y se distraigan; algo que les pueda gustar, pero que no implique mucho esfuerzo ni mucha concentración, que les pueda relajar, que puedan hacer acompañados por nosotros para así poder hablar tranquilamente y suavemente, transmitiendo serenidad. Por ejemplo, pintar, doblar calcetines…
- Las personas que tienen muchos fallos de memoria son más vulnerables a cometer errores siguiendo las indicaciones que se han dictado, como mantener la distancia mínima entre personas, o evitar tocarse la cara después de haber tocado superficies. Pueden olvidar si ya se han lavado las manos o cuándo lo han hecho. Deberemos ayudarlos a seguir las pautas, sobre todo si por razón de fuerza mayor se tiene que salir a la calle, donde las normas de distancia entre personas e higiene de manos son cruciales.
- Puede haber dificultades de comprensión de la magnitud del problema. Para una persona sana la situación actual puede ser angustiante, pero tiene capacidad para afrontarla de forma más o menos efectiva. Para una persona con deterioro cognitivo o con demencia esta situación puede ser percibida como muy amenazadora y con dificultades para poder afrontarla de forma adaptativa, por su propio deterioro cognitivo. Es decir, las personas con demencia tienen una capacidad disminuida para poder generar por ellas mismas estrategias que puedan servir para tranquilizarse y afrontar positivamente una situación, ya que para elaborar estas estrategias se necesita tener intactas funciones cognitivas complejas, que son justo las que una persona con demencia tiene mermadas. Este punto está relacionado con el siguiente.
- En relación con el punto anterior, por mucho que falle la memoria puede haber capacidad de recuerdo de alguna información. En este sentido, debemos tener en cuenta que justo la información que mejor se recuerda es la que suele ser más negativa o amenazante, sin que se haga a propósito. Es decir, se suele recordar mejor la información que es relevante para la propia supervivencia. Este hecho, que tiene su lógica, juega en contra del bienestar de la persona, ya que puede quedarse “fijado” en estos aspectos más negativos. Se debe proporcionar información realista pero de forma serena. No vale decir “no pasa nada”, porque es evidente que sí pasa y que lo que pasa es algo importante. En este sentido, es mejor para todos evitar la “sobreinformación”, hablar continuamente del tema o estar continuamente “conectados”. Debemos tener cuidado con las fuentes de información e intentar ceñirnos a canales oficiales. Se deben evitar medios sensacionalistas, ya que solo consiguen aumentar la desazón y la sensación de falta de control.
- Es importante evitar tener la TV o la radio encendida siempre. Puede aumentar la inquietud y la irritabilidad y, por lo tanto, pueden promover la aparición de trastornos de conducta, como agitación (inquietud e irritabilidad difícilmente controlables), agresividad o incluso ideas delirantes (como pensar que los personajes de TV hablan con ellos o hablan de ellos). Es mejor mantener el entorno tranquilo, sin interferencias ni ruidos. Intentar utilizar la TV o la radio durante un tiempo limitado. Intentar ver un contenido diferente al dedicado al coronavirus o escuchar música tranquila que guste.
Por otra parte, nosotros mismos debemos ser conscientes de que también podemos tener pensamientos y sentimientos negativos, incluso síntomas de estrés, con ansiedad y desesperanza respecto al futuro, insomnio, irritabilidad, y otros síntomas físicos como malestar gastrointestinal o palpitaciones.
Debemos ser realistas: efectivamente, estamos en una situación globalizada y de alta complejidad, con muchos elementos que no podemos controlar. Debemos intentar no evitar pensamientos o sentimientos negativos que pueden aparecer en cualquier momento de forma inesperada; es mejor intentar convivir con ellos y focalizar nuestros esfuerzos en nuestras capacidades, en lo que sí podemos hacer y lo que sí podemos controlar.
Por último, tenemos que pensar que esta situación es temporal. Nuestro confinamiento ayudará a que tarde menos tiempo en resolverse. Siguiendo las normas todos estamos contribuyendo a nuestro propio bienestar y al de los demás. ¡Lo estamos haciendo muy bien!

Noemí Cerulla

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