Mi madre era una persona muy sencilla, dedicada a su casa y familia, pero una intelectual, siempre estaba leyendo libros y los periódicos cada día y en la tele sólo veía programas como «Saber y ganar». Siempre estaba al tanto de todo a pesar de dedicar buena parte del día a las tareas de casa.
Empezó a olvidarse de echar los ingredientes a las comidas, cómo prepararlas y cerrar el gas, creía que vivía en el barrio y ciudad donde nació y aunque le enseñábamos el mapa era inútil, ya había construido su propio mundo y cualquier intento por nuestra parte de sacarla de su error era una batalla en la que todos salíamos perdiendo.
Luego ya dejamos esa lucha, aún nos conocía, leía y podías hablar con ella y eso nos bastaba, esto duró unos 5 años. Luego, en poco tiempo perdió casi toda su capacidad para hablar y entender, ya no nos conocía y se daba cuenta cuando le preguntaba: «Hola mami, ¿quien soy?». A veces acertaba, otras no y otras no contestaba porque no lo sabía.
En esos meses finales fue cuando más cerca estaba de ella, me alegraba verla sentada en su sillón y aunque ya no entendiera lo que ocurría a su alrededor yo siempre le sacaba una sonrisa o incluso la hacía reír a carcajada limpia con mis tonterías y en esos momentos no estaba sola y olvidaba sus terrores y la oscuridad de sentirse en un sitio que no sabes cual es y donde tampoco sabes quien eres.
Desde que empezó su enfermedad me preocupaba saber cuándo me podría despedir de ella, no tenía esa opción, no hay una despedida, no puedes decir: «Mamá gracias por todo, te lo recuerdo hoy porque mañana ya no sabrás quien soy». No, la despedida es estar con ella hasta el final, decirle lo que significa para ti, lo habrá olvidado a los pocos minutos, pero cada vez que cojas su mano y que la hagas reír será tu recompensa. Ellos lo notan, lo captan aunque no puedan expresarlo.
Mi madre murió hace poco más de 2 meses y no pasa una hora sin que me acuerde de ella y aunque pienso en las veces que la hice enfadar, en que le di muy poco a cambio y en que ojalá hubiera tenido más tiempo, estoy tranquilo, porque sé que hice lo que debía y que antes de olvidarse de todo estaba orgullosa de mí.
No tendrás una oportunidad para decir adiós, pero estar con esa persona hasta el final será tu oportunidad para que todo quede en un «hasta siempre».
¡Gracias por todo mami!