La expresión facial y el lenguaje corporal (comunicación no verbal) pueden comunicarnos cómo se sienten las personas y actúan como una ventana de observación del estado emocional. Debemos recordar que las personas con demencia también leen nuestro lenguaje corporal y nuestras expresiones faciales. Por lo tanto, debemos intentar un acercamiento tranquilo, dado que la agitación, el nerviosismo o las muestras de frustración por nuestra parte pueden ser reconocidas por las personas, pueden incomodarlas y asustarlas desencadenando agitación, oposicionismo y agresividad. La percepción de confianza y seguridad ayudarán a tranquilizar a la persona con demencia.
Todos los mensajes tienen un componente emocional y es fundamental que no lo olvidemos. La capacidad de las personas con demencia para sentir y expresar emociones permanece casi intacta hasta fases muy avanzadas de la enfermedad. Debido a esto podemos saber que las emociones que expresan son las que están sintiendo. Esto nos permite validar las emociones de la persona y compartir los sentimientos de felicidad o confortarles en los momentos de tristeza. Incluso, cuando ya no podemos seguir reconociendo las palabras, podemos seguir intentando entenderlos, y si tampoco podemos hacerlo, podemos focalizarnos en los sentimientos/emociones que están expresando.
Debemos intentar reflejar en nuestras propias expresiones faciales el estado emocional de la persona con demencia, para intentar enviar el mensaje de que comprendemos cómo se siente. Reírse cuando sonríe o mostrar un gesto de tristeza cuando sea apropiado. Un trato amable, de respeto activo, humilde, con empatía que permita el desarrollo y consecución de objetivos asistenciales.
También para ellos puede requerir más tiempo seleccionar lo que quieren decir a modo de respuesta y cómo decirlo. Dar a la persona el tiempo necesario para que comprenda, repitiendo la pregunta si es necesario y permitiendo tiempo para preparar su respuesta nos ayudará a conseguir una comunicación con más éxito. No dar tiempo, en este caso, es una mala práctica, pues provoca un corte en las oportunidades de la persona para comunicarse.
Debemos focalizarnos en las emociones/sentimientos: el paciente con demencia pierde primero las habilidades cognitivas pero mantiene las emocionales, éstas tienen una localización anatómica diferente y puede que su sustrato sea más resistente, lo que hace perdurar en su capacidad hasta fases muy avanzadas de enfermedad. Por ejemplo: el enfermo puede estar desorientado o no saber hacer cálculos, pero sin embargo puede estar triste o alegre. Siempre existe un mensaje oculto (no verbal) que debemos detectar.
Norma de oro: no podemos trabajar con prisas en el cuidado de la demencia.
Enrique Arriola Manchola
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