Cuando hablamos de estimulación cognitiva nos referimos a un amplio grupo de actividades que implican la participación de las diferentes funciones de nuestro sistema cognitivo: memoria, atención, razonamiento y resolución de problemas, cálculo, reconocimiento de signos, movimientos finos con una intención, etc. Dado que la enfermedad de Alzheimer afecta especialmente al funcionamiento cognitivo, la estimulación cognitiva se ha desarrollado mucho en relación con la misma, y este desarrollo se ha centrado en dos campos: en la prevención y en el tratamiento.
En prevención no contamos hoy día con medidas que hayan demostrado su eficacia para evitar el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, pero sí sabemos que antes de que se desarrolle la enfermedad hay un periodo indefinido de alteración cognitiva leve en el que se producen quejas de pérdida de memoria o alteraciones cognitivas, que pueden detectarse mediante tests, pero que no interfieren en las actividades habituales de la persona. Es en esta fase previa al desarrollo de la enfermedad donde se recomienda participar en programas de estimulación cognitiva (por ejemplo, talleres de memoria) como una medida para evitar la evolución de una alteración cognitiva leve a una enfermedad de Alzheimer (otras recomendaciones son el control de los factores de riesgo cardiovascular, como la obesidad, el tabaquismo o la hipertensión arterial, mantener una actividad física regular y la dieta mediterránea).
En cuanto al tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, la estimulación cognitiva es el principal tratamiento no farmacológico con el que contamos. La base de este tratamiento es la neuroplasticidad, que consiste en la capacidad que tiene el sistema nervioso central de adaptarse a la pérdida de neuronas y compensar las deficiencias cognitivas. La neuroplasticidad implica que los pacientes conservan cierta capacidad de aprendizaje que hay que aprovechar.
La finalidad de las terapias de estimulación cognitiva es conservar y recuperar, hasta donde sea posible, las funciones comitivas, pero también tienen un efecto sobre la calidad de vida global del paciente y también de los cuidadores, porque ayudan a retrasar el deterioro funcional (y por tanto la dependencia), y colaboran en el tratamiento y manejo de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia.
Existe un amplio abanico de técnicas de estimulación cognitiva que deben administrase después de una cuidadosa evaluación del enfermo, para conocer con la mayor exactitud posible en qué áreas de funcionamiento cognitivo hay mayor deterioro, cuáles están conservadas y cuál es su capacidad de adaptación.
Aunque las técnicas de estimulación cognitiva son un tratamiento específico que debe ser aplicado por profesionales expertos que hayan recibido formación y entrenamiento en las mismas, hay una serie de intervenciones sencillas que los cuidadores y familiares de los enfermos pueden aprender y aplicar para mejorar algunos aspectos de la vida cotidiana. Ejemplos de estas técnicas de estimulación cognitiva son:
- La Orientación a la Realidad, que utiliza todos los estímulos posibles (visuales, auditivos, verbales) para aportar información sobre el entorno físico o social, proporcionando seguridad al paciente.
- La Terapia de Reminiscencia, basada en el recuerdo del propio pasado utilizando estímulos familiares (fotografías, lecturas, canciones, etc.).
- Las Técnicas de Comunicación para mejorar el estilo de comunicación de los cuidadores con el paciente y prevenir la aparición de crisis.
Dr. Enrique Arrieta Antón
Médico de Familia. Centro de Salud Segovia Rural (Segovia)
Coordinador del Grupo de Trabajo de Neurología de la SEMERGEN
Comité Científico kNOW Alzheimer