Mi duda es la siguiente: el caso es el de una paciente con Alzheimer que se muestra desorientada temporal y espacialmente, preguntando en cada uno de sus desplazamientos dónde se encuentra la sala que el personal del CED le ha indicado, incluso no es raro que manifieste, a diario, que es la primera vez que acude al centro. Se observa una gran pérdida de atención para todas las actividades que realiza. Se muestra todo el día alterada, pero tras la comida se observa un aumento del nerviosismo y la inquietud reflejado en sus actuaciones: se levanta constantemente para asomarse a la puerta (con el riesgo de caída que conlleva), pregunta constantemente acerca de cuándo se va, altera los talleres y al resto de compañeros, y muestra enfado y agresividad verbal y física (insulta y pega). Ante este tipo de trastornos, se han tomado diferentes medidas conductuales, como contención verbal, cambios de actividad y retirada de estímulos que le puedan provocar inquietud, sin obtener resultados favorables hacia la usuaria. En este punto, me gustaría saber: ¿es necesario de forma puntual algún tipo de tratamiento para disminuir el grado de nerviosismo y, por lo tanto, el sufrimiento que ella padece?
Sin duda me describe una situación dramática desde el punto de vista neuropsiquiátrico, que sin tratamiento farmacológico empeora tanto la propia enfermedad como la calidad de vida de la paciente y de su entorno. La gravedad de los síntomas descritos (ansiedad, irritabilidad, agresividad, vagabundeo, sun-downing, etc.), convierten en una prioridad para el médico responsable el ajuste farmacológico «a la carta» ideal para el bienestar de la paciente.