¿Cómo limpiar la boca a un enfermo al que no se le puede casi abrir?
El problema que plantea no es infrecuente en las personas con demencia en fase avanzada. Su abordaje no es fácil y requiere una cuidadosa evaluación y un manejo donde la paciencia y el tiempo dedicado a los cuidados ocupan un lugar destacado.
Existen circunstancias que pueden causar, o agravar, que un paciente no pueda abrir la boca. Habrá que valorar problemas de desequilibrio iónico (falta de calcio en sangre, por ejemplo), problemas osteoarticulares (artrosis de la articulación temporo-mandibular), problemas orales (infecciones, flemones, etc.), etc. Mención especial merecen los posibles efectos secundarios de fármacos de uso frecuente en estas fases de la enfermedad, como son los neurolépticos (para delirios, alucinaciones, agitación, etc.) o los antidepresivos. Pueden condicionar síntomas extrapiramidales que remedan los cuadros parkinsonianos. Aunque más raro en estas edades, sin antecedentes previos, habría que descartar distonías oromandibulares de cierre, cuyo tratamiento requeriría el empleo de toxina botulínica.
Una vez descartadas, o corregidas y tratadas, las causas antes expuestas, para intentar aumentar la apertura de la boca del paciente podemos estimular reflejos primitivos (golpeteando suavemente la barbilla y la mandíbula, por ejemplo), así como animar conductas de imitación abriendo la boca frente a él.
La forma de realizar la higiene bucal de una persona dependiente sería utilizando una gasa enrollada en un dedo o una torunda con un depresor lingual, empapada en una solución antiséptica (colutorio, enjuague bucal), que se introduce suavemente y se aplica en dientes, lengua y paredes de la boca. La ingesta de agua tras la administración de los alimentos colabora a la limpieza por arrastre de residuos bucales. Aunque no es fácil, la prevención y la evaluación continuada es el mejor camino para mantener una adecuada limpieza bucal.