Mi esposa, enferma de Alzheimer desde 2008 (diagnosticada), desde hace un tiempo y cuando está en casa o en la de alguno de nuestros hijos, ha tomado la «manía» o «costumbre» de ir constantemente, al lavabo, con la justificación de que tiene necesidad de deponer (no suele hacer nada). Tal es la insistencia que llega al extremo de salir y, sin dar dos pasos, vuelve de nuevo al lavabo con el mismo deseo. No consigo, por más que lo intento, que trate de dejar esa obsesión. En el centro de día al que asiste sucede lo mismo pero, evidentemente, con menos asiduidad. Si está fuera de su entorno (ya no ubica a la familia) trata, a mi modo de entender, de evitar esta necesidad. Esto me lleva a un grado de extrañeza enorme. ¿Cómo he de actuar?
Las ideas obsesivas, y ésta en concreto, son muy recurrentes en personas con Alzheimer. Dado que su mujer tiene demencia, es muy importante que no intente explicarle ni convencerla pues, como bien sabe, es posible que le entienda poco y su capacidad de razonamiento esté bastante deteriorada. Esta conducta sólo produce más ansiedad en ella y, por supuesto, en usted. Es posible que, dentro de su deterioro, ella tema tener pérdidas de orina o que sencillamente forme parte de esas actividades compulsivas que ellos realizan como un ritual sin demasiado sentido. Cuando está fuera de su entorno, es posible que esté distraída con otras cosas o su escasa atención esté depositada en otros objetos, recuerde que dado su deterioro es difícil que ella evite una necesidad, eso implica una elaboración cognitiva que es posible que no pueda realizar. Por lo tanto, es posible que su extrañeza se origine por su propia dificultad o falta de información sobre el estado cognitivo de su mujer y que usted esté teniendo expectativas que no corresponden a la realidad. Su estado de impaciencia no ayuda a la tranquilidad de su mujer ni a un mejor manejo de la situación. Procure entretenerla con otras cosas, distraer su atención y estar con ella cuando están en casa de sus hijos, pues es usted quien le da seguridad. Es posible que este acto repetitivo, entre otras cosas, no sea más que un modo de huir de la ansiedad que le provocan situaciones y personas ahora desconocidas. Mírela a los ojos, háblele suavemente, acaríciele, use todos los mecanismos no verbales que conozca para calmarla.