Se suele relacionar el riesgo de caídas en la enfermedad de Alzheimer con fases avanzadas, cuando el enfermo presenta a menudo dificultades para caminar solo sin ayuda, o no es capaz de mantener la postura erguida, pero no se debe olvidar que el riesgo de caídas está presente desde que comienzan los primeros síntomas de la enfermedad.
La incidencia anual de caídas en personas con demencia es de hasta un 60-80%, porcentaje que duplica la tasa equivalente entre las personas mayores sin trastornos cognitivos. Además, las consecuencias son más graves. Una cuarta parte de los pacientes con demencia que han tenido caídas sufren una fractura. Debido a éstas los pacientes tienen cinco veces más probabilidades de ser institucionalizados. En caso de que la fractura afecte a la cabeza del fémur, la tasa de mortalidad a los 6 meses puede alcanzar el 71%.
Los mecanismos para mantener el cuerpo erecto y prevenir las caídas son múltiples, pero con el envejecimiento comienzan a fallar y se producen cambios que predisponen a las caídas. Entre ellos destacan los siguientes:
• Disminución de la agudeza visual.
• Degeneración de articulaciones.
• Disminución de la sensibilidad propioceptiva.
• Enlentecimiento (velocidad de procesamiento y tiempo de reacción).
• Problemas de equilibrio.
• Debilidad muscular.
• Deterioro cognitivo.
• Alteración de la atención y funciones ejecutivas.
• Problemas de conducta
Los pacientes con demencia tienen más problemas de la marcha que las personas sin deterioro cognitivo, y se agravan cuando han sufrido caídas previas. Su etiología es multifactorial. La propia patología supone un factor de riesgo. La polifarmacia -ingesta de más de 4 fármacos al día- incide de forma directa en el riego de caídas en el paciente con enfermedad de Alzheimer. Fármacos como las benzodiacepinas, los antihistamínicos o los neurolépticos pueden ocasionar alteraciones en la percepción espacial y sensorial que tiene el enfermo de su entorno, ralentizar la coordinación de movimientos y favorecer las caídas. El 81% de los pacientes con Alzheimer toma más de un medicamento al día, y muchos de ellos de más de 4 (entre ellos, hipotensores, diuréticos, antidiabéticos, hipnóticos, antidepresivos, neurolépticos, etc., que pueden favorecer el riesgo de caídas).
Ante esta situación son indispensables programas de prevención de caídas, que incluyan:
• Identificar factores de riesgo. Interrogar sobre los fármacos que toma el paciente y modificar la medicación si es preciso.
• Evaluación del domicilio y modificación del entorno.
• Dispositivos apropiados para problemas físicos y sensoriales.
• Fortalecimiento muscular y ejercicios de equilibrio.
• Educación para prevenir caídas.
Para evitar caídas en el domicilio, deben tenerse en cuenta aspectos como:
• Tener una cama baja.
• Comprobar las suelas de los zapatos para evitar resbalones.
• Si hay escaleras interiores, bloquear el principio y el final.
• Si la persona necesita ayuda para caminar, puede usarse un andador.
• Quitar o fijar al suelo las alfombras, felpudos, etc., sobre todo en el cuarto de baño. Usar pasamanos en bañera o ducha y en el WC. Utilizar antideslizante en la bañera o ducha, y en el dormitorio. Vigilar que el suelo esté siempre seco.
• Eliminar o acolchar los salientes de los muebles y retirar los obstáculos que dificulten la circulación.
• Tener una buena iluminación de las habitaciones durante el día. En el dormitorio, disponer de un “punto de luz” permanente por la noche.
• Evitar escaleras, ubicar el dormitorio y el baño en la planta baja.
Prevenir las caídas y aliviar el temor de caer promueve la seguridad y el bienestar del paciente con demencia o deterioro cognitivo.

Rosa María Rodríguez Fernández

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