Contribuir a mejorar la calidad de vida del enfermo de Alzheimer, sus familias y cuidadores a través de una atención integral.
El aumento de personas mayores en nuestra sociedad, especialmente considerable en los últimos años, ligado a una mejora en la esperanza de vida, está comportando importantes problemas sociales y de salud. Además, este incremento ha generado un progresivo aumento de enfermedades que afectan a esta población, entre las que destacan las demencias, especialmente la enfermedad de Alzheimer. Constituyen una de las principales causas de discapacidad y alteran la calidad de vida de las personas afectadas, así como de sus familias. A pesar de la evolución de los programas destinados al colectivo de personas mayores, el acceso al apoyo formal resulta complicado para gran parte de ellas.
El cuidado informal sigue siendo el recurso más accesible para la mayoría de la población anciana y, en ocasiones, complementario al cuidado formal. Dado que aún no conocemos un tratamiento curativo, se hace necesario un abordaje terapéutico integral que incluya intervenciones psicosociales dirigidas a optimizar la cognición, la conducta y la autonomía funcional de las personas afectadas por la enfermedad de Alzheimer, atendiendo además a las necesidades de sus familiares y cuidadores. Es evidente la complejidad de este problema social y enfermedad familiar que, como tal, debe ser atendido.
Dotar a los familiares y cuidadores de personas afectadas por la enfermedad de Alzheimer de información y formación a cerca de todos los aspectos que rodean a la persona afectada por la enfermedad de Alzheimer.
Las familias soportan una gran carga económica, social y emocional diariamente en el cuidado de su familiar afectado, lo que implica la necesidad de cuidar de sí mismos y de recibir apoyo a lo largo de todo el proceso de la enfermedad. La prestación de cuidados a personas enfermas dependientes durante un tiempo prolongado puede convertirse en una tarea física y emocionalmente agotadora para los cuidadores, e influir de forma negativa sobre su salud y bienestar personal. Actualmente, los estudios señalan que la mayoría de las personas enfermas de Alzheimer son cuidadas por sus familias y, en más del 80% de los casos, el cuidador principal es una mujer. En general, los familiares de los enfermos cuentan con una escasa información sobre el proceso de la enfermedad y sobre los síntomas emocionales y conductuales de la persona enferma, lo que representa una gran fuente de estrés y sobrecarga.
Entregar al familiar y cuidador principal una serie de herramientas para afrontar el problema desde otro lugar y con un menor coste emocional y físico es, por lo tanto, un aspecto prioritario. La base principal de la intervención es la necesidad de asumir que no se puede luchar contra la enfermedad; por lo tanto, es preferible aprender a convivir con ella.
Bibliografía
- Guía de Práctica Clínica sobre Atención Integral a las personas con enfermedad de alzhéimer y otras demencias. Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. 2011.
- CRE, María Wolff. Mapa de Terapias No Farmacológicas. 2009
- AFA Las Rozas.

Rosa Brescané

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